BIOGRAFÍA

En la obra de Luis García Gil (Cádiz, 1974) conviven de manera absolutamente personal literatura, cine y canción de autor. En el ámbito de la canción ha publicado Serrat, cantares y huellas, Serrat y Sabina a vista de pájaro, Jacques Brel, una canción desesperada, Javier Ruibal, más al sur de la quimera y Joan Isaac, bandera negra al cor. Su amor al cine ha dado como fruto el libro François Truffaut publicado por Cátedra y el guión y producción del documental En medio de las olas dedicado a su padre el poeta José Manuel García Gómez. También ha producido el documental Vivir en Gonzalo que ha dirigido Pepe Freire y en el que se profundiza en la obra de Gonzalo García Pelayo. Como poeta es autor de La pared íntima, Al cerrar los ojos y Las gafas de Allen. Es autor además del libro José Manuel García Gómez, un poeta en medio de las olas.




lunes, 14 de abril de 2014

LA VIDA DE ADÉLE


La vida de Adèle se impone a toda caverna ideológica. Es una obra libre, hermosamente libre, majestuosamente libre. Con ella el cineasta tunecino Abdellatif Kechiche logró la Palma de Oro en Cannes pero esto no es lo más importante. Se sabe que los premios no siempre son indicadores de excelencia. 

Lo que importa aquí es la forma en la que Kechiche penetra en los sentimientos de dos mujeres que se aman como no volverán a hacerlo en su vida. El éxtasis del amor y también el desgarro del desamor son ejemplarmente filmados por Kechiche. Para ello cuenta con dos intérpretes de absoluta excepción: Léa Seydoux y Adèle Exarchopoulos. 

Entre la sobrevalorada La gran belleza de Sorrentino y La vida de Adèle advierto grandes diferencias de tono y de lenguaje.  La vida de Adèle suena a verdad desde el primer plano hasta el último. Lo explícito de sus secuencias sexuales no es lo más relevante sino todo el dibujo de la pasión que el cineasta es capaz de construir a lo largo de tres horas de metraje que pasan en un suspiro.

Obra intimista de cuerpos enredados al carrusel de la vida, al delirio torrencial del deseo, que no requiere de artificios expresivos para coronarse en toda la magnitud de su poética carnal que no se queda en la superficie de lo narrado. Al ver la película, al sentirla plano a plano, recordaba a Cernuda que veía al deseo como esa pregunta cuya respuesta nadie sabe. En el final del amor los personajes de La vida de Adèle no hallan respuestas sino vacío y el dolor de sentir que el deseo ha muerto y que ya nada puede ser lo mismo.